Las sales de aluminio son reconocidas como neurotóxicas por las más importantes autoridades sanitarias francesas. Según el Pr EXLEY (GB), especialista de renombre sobre la toxicidad del aluminio, numerosas patologías les son imputadas : enfermedad de Alzheimer, enfermedad de Parkinson, enfermedad de Crown, Sarcoidosis…
El aluminio fue introducido en las vacunas como adyuvante en 1926. Debido a su toxicidad, el aluminio debía provocar una fuerte reacción del sistema inmunitario, y así mejorar la eficacia de la vacuna. Normalmente, debía ser eliminado por la orina en las semanas siguientes.
Lamentablemente, esta « hipótesis » nunca fue verificada y desde hace varios años, existen alertas sobre graves efectos secundarios debido a la presencia de dichas sales de aluminio en gran cantidad de vacunas. Estas alertas pueden evidentemente ser refutadas, evidentemente, es la esencia de toda investigación científica. Y, en la medida en que provienen de científicos de renombre, las mismas deberían ser tenidas en cuenta por parte de las autoridades sanitarias. Sin embargo, no es el caso.
Aún más, tenemos el derecho a que los expertos o los responsables de las agencias sanitarias bajen sus escudos así como a la renuncia de las autoridades públicas en la gran mayoría de los países del planeta.
Es evidente que actualmente está prohibido dudar sobre este adyuvante, lo que está en total contradicción con el espíritu científico el cual no puede considerar los conocimientos como dogmas inquebrantables.
Esto es inadmisible en el plano científico, ético y político.